Tapando el sol con las manos

Clara te distrae de fondo, martillandote una y otra vez; te queres concentrar pero caes en la cuenta que no podes, y disparan los bolsos para cualquier parte, no los queres desarmar, aunque sabes que no vas a sangrar. Transeunte distraido, el habla queda ciega cuando la potencia mundial de oriente irrumpe. Sabina por el aire con sus 500 noches (los dias a nadie le importaron nunca) como un fusil surcando la cien de su memoria... memoria maltrecha y quemada, oxidada ella y contagiando en bajada. El casi año calendario (nunca un error, quiza una decision fomentada por ser victima de una necesidad o una carencia marcada) no tapo nunca lo que había debajo de la marea. Nevermind, el congelamiento global pretende hacerse fuego por breves lapsos, para inmediatamente luego intentar enfriarse hasta el fondo de un glaciar. Voces del tiempo que se parten en el cielo y vuelan hasta concluir que el sol no se puede tapar nunca con las manos, sino que derrite el alma, y no por placeres alborotados, sino por añejas referencias de que el cuidado especial de la caja de pandora no era una ilusión desdeñada por la juventud, sino que era real como la irrealidad misma. Quema hasta cesar y volver a esconderse en los lúgubres paños del inconsciente, para salir a la luz cuando irreverentemente le plazca, o cuando el fin justifique los medios, detrás de una afirmacion patricia sobre la estrella agotada que han visto soñar. Caso fortuito si los hay, en el momento impreciso, en el lugar inoportuno; que no se haga costumbre...