Prisioneros de esta carcel de tiza...
"Pero si pensas que estoy derrotado, quiero que sepas que me la sigo jugando...". Solía encantarme esa frase, símbolo de resistencia y aguante en muchas situaciones, pero cada vez me suena mas fuerte la campana del "game over"... preso de mis palabras, caudillo de mis pensamientos, mendigo de almas y gente que da vueltas, aparece y se va, y sigue todo igual como siempre. Otra vez estoy parado en una vereda que no se de que lado de la calle esta. Hoy es sábado. Y todas las semanas mi vida vuelve a cambiar otra vez. La dejo cambiar yo, deambulando por lugares donde no debería frecuentar, antros extraños donde las cosas non sanctas estan a la orden del día, las que prometo todas las noches dejar, y las que me encuentran siempre de nuevo, siempre y religiosamente. Termino saliendo en un estado en el que no quisiera que nadie me encuentre, como pan del lunes, y en el que me mantengo despierto hasta reaccionar a donde quiero llegar. Esto no esta bueno. Esto no es divertido. Esto esta mal...
Me levanto el lunes. Otra vez la misma careta, otra vez las mismas caras y ni una mirada. Me sumergo en mi mundo de papeles (no, no de esos). Me enrutino una vez mas, detrás de una sonrisa falsa y prepotente del "yo-todo-lo-puedo". Careta que esconde muchas cosas, que no quiere ser descubierta, que no quiere jugar mas entre inutiles polleras que arrebatan golpes a traición y te dejan pidiendo la cuenta, ni tampoco en esas maquiavelicas bolsas que tan enfermo me ponen. Yo cambié, yo no era así. Ella... ella no me conocía, y ahora me tiene agarrado hasta las manos. Para que te habré tomado esa vuelta...
Me levanto el lunes. Otra vez la misma careta, otra vez las mismas caras y ni una mirada. Me sumergo en mi mundo de papeles (no, no de esos). Me enrutino una vez mas, detrás de una sonrisa falsa y prepotente del "yo-todo-lo-puedo". Careta que esconde muchas cosas, que no quiere ser descubierta, que no quiere jugar mas entre inutiles polleras que arrebatan golpes a traición y te dejan pidiendo la cuenta, ni tampoco en esas maquiavelicas bolsas que tan enfermo me ponen. Yo cambié, yo no era así. Ella... ella no me conocía, y ahora me tiene agarrado hasta las manos. Para que te habré tomado esa vuelta...
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