Playa
Me alcanza con recordar el olor que impregnó el auto del nono cuando ya estábamos a unos pocos kilómetros de San Clemente, para saber que ese fue el punto exacto en el cual sentí mariposas en la panza por primera vez. Esas cosas no se olvidan, claro que no. Los 80 se caían por la ventana con precios que volaban en una misma tarde, e irnos de vacaciones por primera vez (en realidad no la primera primera, pero si la primera vez de la cual yo tomé noción real) fue una empresa casi de riesgo. Yo no sabía bien que era Villa Gesell, pero papá me dijo que era un lugar con mar y arena, y no me produjo ninguna sensación particular. Solo estaba contenta por irme de vacaciones, que tampoco entendía bien del todo que era aún. Pero ese aroma. Que no era solo un aroma, era una aroma y una brisa, y una forma de quemar del sol que nunca había sentido. No tenía palabras en ese momento, y creo aún no las tengo, pero si me acuerdo de lo que sentí cuando dejamos los bolsos en la casita que quedaba a 5 ...