¿Por qué estás en un hospital?
PRIMER ACTO Es viernes a la noche, hace calor y la humedad se hace sentir más que otros días. Casi no hay señal en este hospital del conurbano bonaerense. Se me acaba la batería del teléfono y tampoco me traje nada para leer. El doctor se acerca y dice que hay más de diez horas de demora para la atención. La gente se agolpa por la epidemia de dengue de marzo y, efectivamente, es el único médico en todo el hospital zonal que deambula entre la guardia y los pisos de internación. Mi abuela casi no se queja. Está con fiebre pero se la banca. “Estuve peor en la guerra, nene. No pasa nada. Ya me van a atender”. Pienso en la generación de cristal que me sucede, que tiene ansiedad si no le responden un whatsapp a los 2 minutos y entran en crisis, y me río solo. La abuela me mira y también se ríe. La gente nos mira desorientados. En la primera fila veo a dos personas de avanzada edad. Ella le sostiene la cabeza a él, y probablemente también su alma, cuyo cuerpo parece querer pedir la cuenta...