El Muro Rodríguez
"Hacer el gol en la final, en el último minuto, y gracias a eso salir campeones". Estaba practicamente seguro que, de hacer un relevamiento sobre la circunstancia que toda persona quisiera protagonizar algún día, en el verde césped, en un partido determinado, iba a otorgar como resultado unánime la descripta al inicio. Guarda una lógica, claro: final del mundo, o final del torneo del barrio (para el caso, la intensidad en un caso u otro puede ser tranquilamente la misma, no es necesario aclararlo), empate en cero tantos, trabado, peleado. La pelota que llega a los pies del delantero en el minuto 94, los defensores que no llegan al cierre, el arquero que avanza hacia el ejecutante y amenaza con custodiar la vaya con la misma tenacidad con la que el Can Cerbero protegía la puerta del mismisimo Ades, en la mitología griega, y a pesar de eso, la sangre de esquimal, el cuerpo arqueandose, la mirada fija en la caprichosa (como diría Quique Wolf), y el remate preciso, certero, morta...