Chau Canalla...
Después de un día largo, de un agotador viaje en tren, de una extensa jornada laboral, de escuchar sobre Ministros de Economía, sobres en un baño, marchas y amenazas de paro en su vieja radio (baqueteada por el obvio paso del tiempo), él por fin regresa a su hogar. Sabe que no lo esperan lujos, ni alguien para cebarle unos mates. Pero le sigue dando igual, luchandola día a día. Cuando por fin entra en su casa, totalmente empapado (me olvide de decirles que encima llovía en exceso), se cambia la ropa, y se prepara un té calentito (no de esos modernos, que vienen de gustos raros, y curan el resfrío, uno clásico, común). Después de abrir una bolsita de bizcochitos, prende su 14 pulgadas importado (vestigio de una década monetarista), para caer en un noticiero, que no hace mas que repetir y repetir lo mismo que escucho todo el día: marchas, paros, sobres y Ministros que vienen o van. En eso, escucha la única noticia que puede sacudirlo de su modorra de las 7 de la tarde, la cual no esperab...